Neologismos semánticos: la metáfora

La lengua se encuentra en constante evolución, ya que los hablantes necesitan buscar palabras para referirse a nuevas realidades. Surgen así mecanismos de creación de vocablos, que pueden ser morfológicos, semánticos o léxicos.

La metáfora pertenece a la categoría de los denominados neologismos semánticos. En este caso, no se crean nuevas palabras sino nuevos significados al sustituir una realidad por otra.
A menudo, equivocados, tendemos a concebir la metáfora como propiedad exclusiva de los poetas. Esta creencia no es nada acertada, ya que nuestro habla cotidiano está cuajado de metáforas, pero la mayoría se encuentran tan arraigadas que no llegamos a tomar consciencia de ellas.
Muchos han sido los literatos y estudiosos que han hablado de la importancia de la metáfora. Lorca señalaba que el pueblo se alimenta de metáforas o de imágenes. Por su parte, los lingüistas George Lakoff y Mark Johnson plantean las metáforas como un elemento que nos brinda  ayuda para entender y conocer mejor el mundo que nos rodea. Para ellos, el ser humano precisa de la metáfora para abarcar con el lenguaje la realidad en la que estamos inmersos. (anuestromodo: acceso 16 de marzo)

Por la categoría gramatical, la metáforas pueden ser:
nominales: cañon (foco de luz usado en las artes escénicas), ladrillo (cosa pesada o aburrida) estrella (persona famosa y reconocida).
adjetivales: ciudad dormitorio, persona cerril, disco pirata, buque fantasma
verbales: Bordar un personaje, aguar la fiesta, matar el rato, perderse por algo.

Por su fuente de inspiración, podemos distinguir las siguientes:
Metáforas antropomórficas: Se relacionan objetos con partes del cuerpo: boca de metro, ojo de buey, pie de foto, dientes de ajo,

Metáforas de animales: Denominan tanto objetos y realidades cotidianas (Cuello de cisne, lengua de gato, paso de cebra, piel de gallina, sentir un hormigueo) y atribuyen cualidades al ser humano (ser un lince, ponerse hehco un basilisco, ser una rata de biblioteca, ser un bestia, hacer el ganso, ser un pulpo…

Metáforas sinestésicas: Una sensación asociada a uno de los cinco sentidos se atribuye a otra diferente. Mirada fría (vista al tacto) sonrisa dulce (vista al gusto), amarillo chillón (vista al oído).

Existen otras muchas fuentes de inspiración para la creación de metáforas. Todas ellas estan estréchamente emparentadas con las circunstancias culturales e históricas de la comunidad en las que nacen. En España existen numerosas metáforas asociadas al mundo del toreo (cambiar de tercio, ponerse el mundo por montera, torear a alguien) y con la religión (qué cruz, esto es un infierno). También encontramos muchas metáforas asociadas con fenómenos meteorológicos. (Ser un terremoto, torrente de emociones, el ocaso de su éxito)

El crepúsculo de los dioses, de Billy Wilder

El crepúsculo de los dioses, de Billy Wilder

En los medios de comunicación es usual encontrar metáforas.

«Freddie Mercury el «dios del rock» (publimetro :último acceso 16-3-09)

«El senado de EE UU da luz verde a los presupuestos de Obama» (El país: acceso 16-3-09)

«Don Carlos», levantando ampollas» ( El periódico: acceso 16-03-09)

«Telefónica consigue capear el temporal» (El país: acceso 16-03-09)

Las metáforas que hemos estudiado se encuentran lexicalizadas, esto es, debido a su extraordinaria difusión han perdido fuerza expresiva. Los literatos, siempre en busca de nuevos caminos estéticos, exprimen al máximo el potencial de las palabras a través de metáforas que sorprendan al lector.
«Ni un pájaro queda / en la jaula vacía de sus costillas…” (Enrique Molina)

Los compositores también juegan con el poder expresivo de la metáfora. El título de esta cancion de Ismael Serrano «Pájaros en la cabeza» es una metáfora que, seguro, todos hemos escuchado alguna vez (sobre todo de nuestros padres)

Bibliografía
Introducción a la lengua española
Msn Encarta

marzo 17, 2009. curiosidades del lenguaje, Uncategorized. Deja un comentario.

«Llueve mucho», pero ¿ qué o quién llueve?

«¡Buenos días mis amigos marinos!. Hoy tendremos un día movidito en nuestro apreciado océano, hoy va a llover, tronar, e incluso puede llegar a granizar al anochecer, tengan mucho cuidado y cuiden de sus pequeños», esto es lo que ha dicho esta mañana mi buen amigo el bogavante meteorólogo. Todo esto me ha llevado a mi siguiente investigación: ¿los verbos meteorológicos tienen sujeto?, ¿ llover se puede conjugar en todos los tiempos verbales?. Investiguemos pues.

Para empezar diré que los verbos meteorológicos son verbos defectivos , es decir, los que carecen de alguna de las conjugaciones. En este caso,  la mayoría de los verbos  meteorológicos solo pueden conjugarse en tercera persona.

Las oraciones con verbos meteorológicos son consideradas oraciones impersonales verdaderas: no tienen sujeto ni pueden tenerlo. Los considerados verbos meteorológicos son: llover, granizar, amanecer, tronar, atardecer,…; éstos verbos también pueden ser llamados unipersonales o terciopersonales. Cuando son utilizados de forma metafórica suelen ir acompañados de sujeto: » Amanecerá Dios y medraremos», » caen chuzos de punta»,…(otros ejemplos)

En otras lenguas que admiten la ausencia de un sujeto léxico, aparece un pronombre personal vacío de significado(expletivo): it rains, il pleut,…

 

Usamos estos verbos en nuestro día a día, sin pensar en todo esto. Aqui os dejo algunos ejemplos de canciones y unos artículos muy interesantes sobre el tema:

La impersonalidad de los verbos meteorológicos: una explicación pramático-discursiva
Los orígenes de ciertas expresiones meteorológicas: sobre un ejemplo del libro de Alexandre

marzo 9, 2009. temario. Deja un comentario.

¿Lo vi o Le vi?

Hace varios días, me fui de visita a un pueblo perdido de las profundidades, donde tocaba mi grupo favorito “Bogavantes del Verso”.

Cuando procedía a comprar las entradas, oí una voz lejana diciendo, “yo ya los vi…”. Eso me llamo mucho la atención, así que me fijé en este característico rasgo.

Todos sus bogabitantes, tienen como costumbre referirse al masculino como lo o los. Eso me creó tanta curiosidad que decidí buscar acerca de este fenómeno.

   

Sin perder tiempo, me puse manos a la obra, y buceando en la biblioteca submarina central, conseguí varios libros. Pues bien, esto es lo que encontré:

 

 Según el DRAE, el concepto de  loísmo se define como el error consistente en el uso de lo y los en vez del pronombre él en función del dativo.

 Pero fuera de estas complejas definiciones, podemos referirnos a este fenómeno como el uso del pronombre lo para el complemento indirecto, que apareció en España en la Castilla Primitiva durante la Edad Media.  Éste fenómeno se considera siempre incorrecto, y se percibe como vulgar (denominado así por la RAE desde 1984), por lo que no es muy frecuente usarlo en la lengua escrita y raramente podemos encontrarlo.

 Pero llevémoslo a la práctica, con varios ejemplos:      

   Lo animó su cuñado, empleado en la americana Brown&root [La Voz de Galicia (España), 1-03-09]

  Mientras que la forma correcta sería esta:

         No voy a matar al león porque le tengo el debido respeto [El País (España), 1-03-09]

Sin embargo,  en ciertos contextos sintácticos no sabemos si ese “lo” se refiere al complemento directo o al indirecto. Esto se debe al uso erróneo de los pronombres átonos de tercera persona. También aparecen otras construcciones en contraposición al leísmo, así como  el uso en las oraciones impersonales.

 No obstante, el loísmo no solo depende del contexto sintáctico, sino también de la gramática. Otros usos loístas se producen por la construcción de este con un sustantivo que actúa como complemento directo  y que se comportan como semilocuciones verbales. Con esto nos referimos a formas como echar un vistazo, prender fuego, etc. De esta forma el complemento directo pasa a ser indirecto si la frase actúa como semilocución.

 Actualmente, tiene un uso diferente como complemento directo, de modo que actúa como aquel que se refiere al CD, pero que el español utilizaría otra forma pronominal de acuerdo con el genero o número del antecedente, y se da sobre todo en zonas donde el español ha estado en contacto con otras lenguas.

 Este tipo de lenguaje lo usan sobre todo las clases sociales bajas así como las sociedades rurales. Sin embargo, destacan varias zonas que usan este pronombre:

         Por una parte la zona andina de Perú, Bolivia y norte de Argentina, donde la convivencia entre el español y dialectos como el quechua: dado que estas lenguas no cuentan con distinción de género y de número, se usa como complemento directo sin distinciones algunas.

          Por otra parte,  en el norte de España: se refiere a aquellos dialectos en contacto con el asturleonés oriental, que usaba los pronombres átonos de tercera persona en función de su contabilidad o inexistencia de ella. Por ello, el pronombre “lo” se usa sobre todo cuando el antecedente es un sustantivo no contable, ya sea masculino o femenino.

 Así pués, os espero como siempre la semana que viene con una nueva curiosidad. ¡Hasta la semana que viene, mis Queridos Bogavantes!

Bibliografía:
 
BUSTOS, Alberto. Blog de lengua española o Bitácora de un hablante de castellano. http://blog.lengua-e.com/ [En línea: 1-03-09].
 
 
 
 
 
 
 

 

marzo 2, 2009. temario. Deja un comentario.

» y Griega e I latina»

Buceando, me ha surgido una curiosidad: porqué diferenciamos entre «y griega» e «i latina».

 

Pues bien, indagando en las profundidades, he realizado una búsqueda para poder comprender este fenómeno, y he aquí el resultado:

 

        Casi todas las naciones usaron la “i latina” de dos maneras diferentes, una como vocal (el uso de hoy en día) y otra como consonante (la j de nuestro alfabeto). Pero ha habido un uso mas, como otra consonante, que correspondería a la Y.

 

Como eran todas de pronunciación distinta, y en el castellano se diferenciaba por la figura, se dividió entre la i como vocal, y la j como consonante. Debido a esto,  la j sigue a la i en el alfabeto, ya que en un principio fueron la misma letra.

El puntito de la i se le pone en el alfabeto latino, imitando al hebreo que se lo pone en la parte inferior. En un principio fue para diferenciar la i como vocal (con punto) y la i como consonante (sin punto), pero como hemos dicho esto cambiaria.

 

Se puede observar en los siguientes ejemplos:

 

Como Jota:

  Ese paraíso queda muy bien reflejado en Australia, la película protagonizada por Nicole Kidman y Hugh Jackman [El pais: acceso el 16-02- 09].

 

Como I vocal:

  La película protagonizada por Colin Farrell opta al Oscar al mejor guión original y es prácticamente un homenaje a la ciudad flamenca de Brujas [El país: acceso el 16-09-09]

 

Respecto a la “y griega”  se pronuncia como la i por eso permanece con ese nombre, se diferencia en que esta es griega y la otra latina. Su figura fue dada por los romanos al trasladarla del griego: formada por la v + la i, por eso se sitúa entre las vocales dobladas x y z al final del alfabeto.

 Con esto termino, vuelvo la semana que viene, y  tratare de analizar y explicaros otra curiosidad de la lengua española.

 

Bibliografía:

 Rosal, Francisco del. Diccionario etimológico: alfabeto primero de origen y etimología de todos los vocablos originales de la lengua castellana. ISBN: 840007274X. Madrid (1992)

febrero 22, 2009. curiosidades del lenguaje. Deja un comentario.

Plurales irregulares

En muchas ocasiones, mis marinos lectores, la formación del plural en un sustantivo o en un adjetivo es de lo más particular y dudosa. Yo mismo, por muy parlate que sea, no estoy ni mucho menos exento de estas vacilaciones, sobre todo cuando la palabra en cuestión es rebuscada y pocas veces oida.

Ayer, en mi matutino paseo por las profundidades marinas, una duda gramatical más me asaltó. Mientras observaba a mis vecinos en el oceánico panorama, me percaté de que las especies abundaban y de que había más de un espécimen de cada raza. Espécimen… curiosa palabra cuyo plural no podía estar seguro.

Yo, que soy tan hablador, no pude aguantar la duda e investigué sobre el tema. Resulta que “espécimen” es uno de los muchos ejemplos de palabras con plurales irregulares. La mayoría de los nombres y adjetivos forman su plural añadiendo una /s/ en el caso de que la palabra acabe en vocal no acentuada (por ejemplo: cangrejo-s) o en –es si la palabra termina en consonante o vocal acentuada (por ejemplo: tiburón-es). No obstante, no todas las palabras responden a esta regla, mi querido vocabulario no es tan sencillo, y tiene unos seis grupos de vocablos que pueden suscitar titubeos en cuanto al número.

  1. Existen palabras que mantienen la misma forma para plural que para singular. Buenos ejemplos de ello son los días de la semana (el/los martes), la/las caries, el/los virus… etc.
  2. Por otra parte, las palabras terminadas en /ú/ o /í/ tónicas tienen dos plurales distintos: vulgarmente, los hablantes se limitan a añadirle una /s/, mientras que la manera más culta añade –es al final de la palabra. Así, encontramos los tabúes o los maniquíes. Dentro de esta excepción se encuentran a su vez otras excepciones como los menús, los pirulís o los champús.
  3. El tercer caso se encuentra en los apellidos. Al querer referirnos a una familia en concreto, en épocas pasadas se solía añadir la terminación del plural en el propio apellido (los Mendozas), mientras que más actualmente, el plural se limita al artículo que lo antecede (los Marisquirena).
  4. En los nombres compuestos, la terminación del plural se incorpora en el segundo componente. Así, la forma del primer componente es fija y la segunda es la alterada: padrenuestros, sobresaltos… Salvo en el caso de que el último componente sea un verbo, como es el caso de hazmerreír.
  5. Los cambios de acentuación también suscitan dudas como la que me asaltó a mí ayer. Y he aquí la solución a mi problema, acuáticos amigos: algunos nombres trasladan de sílaba el acento al pasar a plural; así pues, el plural de espécimen sería especímenes.
  6. Por último, los más difíciles de clasificar son los plurales especiales. Estos plurales se apartan de las reglas estudiadas hasta ahora y se podría decir que cada caso es especial. El plural de hipérbaton, sin ir más lejos, sería hiperbatos, y el de lord, lores.

Esta mariscada de información me sirvió en especial para comprender que la lengua española no es tan sencilla en muchas ocasiones; si bien estos problemas de formación del plural son con frecuencia causados por palabras adoptadas y adaptadas desde otros idiomas.

febrero 16, 2009. curiosidades del lenguaje. Deja un comentario.

Reseña: Sobre el estándar y la norma

Nuestra lengua cambia, evoluciona, y los procedimientos que la hacen cambiar también, con el objetivo de adaptarse y resolver conflictos en nuestras relaciones en el entorno.

La falta de uniformidad entre los hablantes de una misma lengua existe por el condicionamiento que supone la historia, la ubicación, la convivencia con lenguas vecinas, la diversidad social y la propia experiencia personal de los hablantes. Sin embargo, también existen rasgos o criterios que ayudan a fijar un orden frente al caos que puede aparecer con las variedades de una misma lengua; si bien la variedad no significa necesariamente una incorrección en la lengua.

Para resolver este posible desorden y definir la comunicación interdialectal existe la forma estándar, la cual se impone en una comunidad donde se habla la misma lengua independientemente de las variedades sociales o locales que en ella existan. La estandarización, que está estrechamente relacionada con el prestigio de la lengua, se lleva a cabo siguiendo cuatro fases: selección, codificación, extensión funcional y aceptación. La lingüística, por su parte, explica su competencia, aunque también debe limitar los parámetros de descripción de las lenguas, sus repercusiones sociales, las incorrecciones y sus razones.

Al elaborar o determinar la forma estándar, en primer lugar, hay que tomar una variedad como punto de partida. La variedad modelo resulta al tener en cuenta las variedades geográficas, temporales y sociales; aunque normalmente se construye en su mayoría a partir de los usos estilísticos y formales, propios de la clase alta y el registro formal.

La lógica no es una de las grandes armas de los lingüistas españoles al normalizar variedades, normalmente debido a que hay mucha confusión respecto al sentido de las palabras. De hecho, con frecuencia los estudiosos de la Lengua española dedican más tiempo a ponerle nombre al problema que a resolverlo. Dentro de este nominalismo, por ejemplo, encontramos el casticismo, que consiste en cambios que se realizan en nuestra lengua, que son únicos y genuinos de ésta (lo que es, por así decirlo, un poco “llevar la contraria”, según Pascual Rodríguez) y que limitan en cierta medida la comunicación al cambiar el vocablo original. Se puede decir, en una explicación más simple, que “calcamos” el vocabulario creado en otras lenguas para adaptarlo al nuestro.

La lengua estándar se asienta siendo escrita. No es la lengua que habla todo el mundo, ni mucho menos, pues lo escrito y lo hablado poco tienen que ver a efectos prácticos en muchas ocasiones. De modo que la variedad estándar, lo que realmente se entiende por “correcto” en cuanto a normalización se refiere, se encuentra en publicaciones como por ejemplo los periódicos. Así, el hecho de que la lengua estándar sea definida, pone en duda su capacidad, pues eso conllevaría a pensar que todo lo que se encuentra fuera de ella es “no ideal” o “no sistemático”.

Debemos saber diferenciar entre “lengua estándar” y “lengua general o común”, a pesar de que la confusión entre los dos conceptos es continua. Para elaborar la estándar, es necesario sancionar o coartar la forma de expresión de ciertos individuos o comunidades que cometen irregularidades frente a ésta. Así pues, la estándar no es común ni general, porque no todo el mundo la habla y ha necesitado una normalización que en la práctica normalmente no se mantiene. Los que la utilizan no son precisamente numerosos en la sociedad, ni siquiera los más cultos se expresa coloquialmente mediante ésta.

J. A. Pascual Rodríguez critica llegados a éste punto a los numerosos estudiosos de la Lengua, aseguran que en el castellano, lo hablado se parece estrechamente a lo escrito, es decir, a lo estándar, y que sin embargo también afirman que cada vez se habla y se escribe peor. Es necesario percatarse de que no todo el mundo tiene el mismo acceso, conocimiento ni utilización del estándar. Todos los lingüistas están de acuerdo en que es un concepto difuso e impreciso, lo que lo hace fácil y complejo al mismo tiempo.

La estandarización de una lengua se habitúa a las necesidades de la sociedad moderna (educación, literatura, medios audiovisuales…); de ésta manera, deja de importar su origen y las razones de éste (de los estratos altos de la sociedad, de determinado dialecto…) para dar paso a la importancia de su utilización, la cual debe ser estable y arraigada, ya que su adopción es lenta y se instaura siempre que la sociedad se vea de algún modo beneficiada con ella. Según Sledd, ninguna lengua estándar comete discriminación, sino que son los dialectos y las lenguas subestádares las que fijan y reflejan las diferencias. Por su parte, Jespersen añade que éstas variedades, no obstante contribuyen a la representación de estratos, zonas… etc, y que llevan valores culturales intrínsecos.

Determinadas elecciones (gráficas, fonéticas, morfológicas…) son aceptadas y otras no. Estas restricciones se establecen a través de los criterios proporcionados por la gramática y la norma. A veces, el incumplimiento de la norma pasa desapercibido en según qué regiones, ya que existen vulgarismos y confusiones tomados coloquialmente como correctos en ciertos lugares, sobre todo en zonas rurales.

La elección de la forma correcta se debe en muchas ocasiones, más a la moda que a la lógica, y en esta moda de la comunidad influyen las distintas clases sociales. Así pues, precisamente por razones como ésta, no se debe perseguir obsesivamente el ser un gramático. La norma es importante para el habla formal que, al fin y al cabo, es también cotidiana.

En definitiva, la variedad estándar se consigue a través de la oficialización de una de las muchas opciones de una lengua. El conocimiento de la lengua influye notablemente en las relaciones sociales; no debemos obsesionarnos con lo que está bien o mal según la norma, pero tampoco debemos dejarnos llevar por la comodidad.

Realizado por: Blanca García Rubín, Grupo 41.

febrero 9, 2009. reseñas de textos. Deja un comentario.

Sobre el estándar y la norma

Reseña realizada por María Galán Nieto

Pascual Rodríguez y Emilio de los Mozos revisan en su artículo los conceptos de estandarización y normalización de la lengua, y plantean sus propuestas desde una perspectiva que se aleja de los postulados más academicistas y conservadores.

Una de las tesis que sostienen los autores es aquella que concibe la lengua como un sistema heterogéneo y difícilmente reductible a un único patrón. Los hablantes son partícipes de diferentes realidades sociales, y se comunican de una forma u otra en función de su percepción del mundo y las relaciones que establecen con los demás individuos del entorno en el que han de integrarse. Para los dos escritores, la heterogeneidad es una característica inherente al lenguaje, e insisten en el grave error que cometen aquellos que se enfrentan a la variedad como un signo de degeneración del idioma.

Ahora bien, entre todas estas posibilidades comunicativas, sólo aquella que ha gozado históricamente de mayor prestigio y aceptación social, se ha convertido en el modelo de comunicación interdialectal o, en otras palabras, en la lengua estándar.

El trabajo de los lingüistas debe estar encaminado a identificar estos usos y a explicar por qué un grupo extenso hablantes se adhieren a ellos, por qué estos y nos otros se consideran como modelos a seguir en un determinado momento sociocultural. Para los autores del trabajo, la obcecación de muchos de sus colegas por identificar qué es lo correcto o qué terminología ha de emplearse en cada caso, en lugar de explicar cómo funciona la que ya se utiliza, ha supuesto una enorme pérdida de tiempo y un derroche de energías carente de utilidad.

Otro de los grandes errores que se achacan en el presente texto a muchos de nuestros lingüistas es el de designar el estándar como la lengua común. Lejos de esto, el estándar ni siquiera es accesible para todos, y hasta las personalidades más cultas realizan en ocasiones un mal uso de él. En la práctica, lo errores sintácticos son una constante cometida por individuos de muy diferentes realidades sociales. Estas situaciones no hacen más que corroborar la tesis de que la lengua hablada y escrita no poseen la misma sintaxis, ni deben aspirar a poseerla. En definitiva, el extendido mal uso de las construcciones gramaticales pone de manifiesto que el estándar no es la lengua de todos, sino la lengua de unos pocos: los sectores culturales mas elevados. Éstos, que en muchas ocasiones pertenecen a las esferas de poder, son los que designan la variedad estándar, en ocasioens bastante alejada del lenguaje cotidiano empleado por una comunidad, o, en otras palabras, del lenguaje real.

Asimismo, se hace hincapié en la vital importancia que cobra la tarea de restringir y delimitar el alcance del término estándar, para evitar que se despoje de contenido, y, por lo tanto, de funcionalidad. Si se parte de la premisa de que estándar es aquello que todos utilizan, jamás podrá enseñarse, transmitirse ni será capaz cumplir las funciones sociales de integración y progreso a las que está llamado.

La implantación de la lengua estándar no es repentina, sino que va asentándose a medida que los hablantes la aceptan como válida y eficaz. Una de las funciones que cumple el estándar es homogeneizar lo máximo posible la comunicación, y evitar de esta manera la discriminación hacia determinados colectivos por sus usos lingüísticos. Todo esto se desarrolla bajo la advertencia de que ninguna variedad (el seseo andaluz, por ejemplo) puede ser de obligatorio uso.

Por último, los autores definen a  lengua estándar como un vehículo avalado por una norma, que supone una oficialización de una opción entre muchas otras. A este tema se dedica especial atención en un segundo gran apartado.

La norma prescribe lo que es lo correcto y lo que no. Esto admite ciertos matices: mientras que la normatividad de algunos usos es incuestionable (en las raras ocasiones en las que estos coinciden con el lenguaje escrito), otras veces varía en función de la región en que se emplean. Lo que en un punto de la geografía española puede sonar como un auténtico disparate, en otro puede pasar completamente desapercibido. Para ilustrar este fenómeno los autores se valen de una serie de ejemplos concretos y, sobre todo, documentados. Con esto se pretende demostrar que las lenguas no son algo absoluto y objetivo, sino que dependen en gran medida de la aceptación que gozan por parte de los hablantes de una comunidad, siendo en muchas ocasiones una cuestión de moda más que de lógica.

Y, al margen de nuestra adhesión o rechazo a una determinada norma, debemos conocerla y acatarla, no por cuestión de principios, sino por mera supervivencia. La convivencia en sociedad lo exige, y es imprescindible el dominio de los distintos registros comunicativos para abordar con éxito situaciones más o menos cotidianas. Así como atendemos a nuestro vestimenta, debemos mostrar especial interés por nuestra lengua.

Los autores se señalan que los jóvenes muestran un alto grado de desinterés en lo que a materia lingüistas se refiere, y advierten que la pobreza expresiva lleva a la marginación y autolimitación del individuo en el seno del grupo.

Podemos decir que, a través de este artículo, De los Mozos y Pascual Rodríguez definen la lengua como un ente vivo, cambiante y múltiple. La tarea del lingüista, si es que éste pretende ser verdaderamente útil a la sociedad, no se limita a prohibir o aceptar un determinado uso, como si la lengua se tratara de un fortín que necesita ser defendido. La lengua es código y norma, pero además, es una realidad en pleno contacto con una pluralidad de circunstancias sociales y culturales. Y está claro que aquellos que se empeñan en encorsetarla no conseguirán ofrecer muchas respuestas al respecto.

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Reseña: «Sobre el estándar y la norma»

realizado por: OLAYA BUENO FERNÁNDEZ

José Antonio Pascual Rodríguez, con la colaboración de Emilio Prieto de los Mozos, intenta aclarar las dudas que surgen en la lengua sobre la idea de estándar y de norma en un artículo, titulado de la misma manera: “Sobre el estándar y la norma”.

 

Divide el artículo en dos apartados generales, uno sobre el estándar y otro sobre la norma, que se encuentran, a la vez, divididos en subapartados encargados de resolver problemas y aclaraciones de cada uno de esos dos temas.

Así, el autor divide la explicación sobre el estándar en quince subapartados relacionados entre ellos del tal forma que no haría falta tal separación, aunque esto nos permite localizar la explicación que nos interesa sin necesidad de leernos todo el texto.

 

Empieza por aclarar que los problemas de una lengua no se solucionan diciendo que todos los hablantes se expresan según una manera común, ya que esto no es cierto. “Los hablantes no son ni pueden ser inconscientes de su lengua”, tienen la necesidad de optimizar todos los elementos que utilizan para comunicarse con ellos mismos y con los que les rodean. Señala que es natural que surjan modificaciones en el lenguaje, tanto conscientes como inconscientes.

 

En el siguiente apartado (1.3) habla de que la variación es un atributo natural, por así decirlo, de los sistemas lingüísticos. Y que, dentro de estas variedades, siempre hay alguna que destaca y que tiene un uso más aceptado, por lo que tiende a ser general. Toda lengua tiene un pasado, se habla en zonas más o menos extensas, convive con otras lenguas vecinas y es hablada por diferentes grupos sociales, todo esto hace que las lenguas no sean sistemas uniformes y que se encuentren en ellas diferentes variedades.

 

Desde el apartado 1.4., el autor se mete de lleno en la noción de estándar, en qué es, cómo es y como se crea. Así, dice que se conoce con el nombre de estándar, a “aquella forma de lengua que se impone en un país dado, frente a las variedades sociales o locales. Es el medio de comunicación más adecuado que emplean comúnmente las personas que son capaces de servirse de otras variedades.” Ésta suele coincidir con la lengua escrita y con la propia de las relaciones oficiales. Forma parte de los hablantes de la lengua decidir qué es más correcto, prestigioso, adecuado y apropiado para sus enunciados. Así, el propósito de la lingüística es explicar por qué se considera correcto o incorrecto, elegante o inapropiado, etc., cada una de las palabras o expresiones de la lengua. El autor señala que en el último siglo se está sufriendo un gran desinterés por estos asuntos de la lengua.

 

Para la creación de un estándar, primero se debe seleccionar debidamente la variedad o variedades que pueden tomarse como punto de partida. Solemos tener interés por saber qué son las cosas y sobre como explicarlas, aunque caemos en el error de asignarles nombres antes de solucionar los problemas que conllevan. De esto, se nos explican dos fenómenos culturales propios de los estudiosos de la lengua patrios: la originalidad (consiste en dar a los términos empleados en la teoría un significado muy diferente al que le dan el resto) y el casticismo (acudir a nuestro patrimonio lingüístico para aclarar y adaptar a nuestro “entender” los términos inventados por otros). Todo esto conlleva, a entender por estándar cosas diferentes que el resto del mundo, a una dispersión terminológica. Pascual Rodríguez nos compara diferentes definiciones de estándar dadas por autores norteamericanos, británico, alemanes, etc., y por autores españoles. Llegando a la conclusión de que la lengua estándar no es ni mucho menos la lengua de todos ni la que se habla en cualquier ocasión. Aunque, por lo general, coincide con la escrita.

 

De los contenidos diferentes del término estándar por parte de estudiosos de la lengua española, se recoge la errónea identificación de estándar y lengua común o general. Ya que el estándar, como bien explica el autor en el apartado 1.10, no es ni común ni general.

 

En los últimos apartados se trata el hecho de que la noción de estándar se encuentra vacía en cierto modo, ya que su extensión no se encuentra completamente delimitada, y de las posibles repercusiones sociales a las que conlleva. Así, los lingüistas trivializan la noción de las variedades estándar, vaciándolas de contenido, de tal modo que signifiquen todo y nada. Por lo tanto, puede decirse que un estándar es una realidad difusa. Siempre se persigue con la estandarización la unidad de la lengua para facilitar la educación y la comunicación entre los hablantes. Para terminar nos da un aviso importante: “no debemos hacer de la variada realidad de las lenguas una auténtica religión”, no se debe obligar a las personas a hablar de determinada manera. Concluye el apartado del estándar señalando que éste se encuentra avalado por una determinada norma, que le da el carácter oficial al estándar.

 

Tras todo este recorrido por el estándar, Pascual Rodríguez divide el apartado general de la norma en seis subapartados en los que señala los aspectos fundamentales de la norma lingüística. Empieza por determinar que el cuerpo normativo de una lengua “orienta sobre el hecho de que determinadas elecciones son permisibles, mientras que otras no”. Establece enunciados con ejemplos de rupturas contra la norma; éstos errores serán aceptados o no dependiendo del nivel cultural y social del lector, así, pone como ejemplo los que serían fácilmente reconocibles como errores gramaticales por un estudiante de la Universidad de Salamanca.

 

Se puede afirmar, que la creación de un estándar determinado viene dado por el prestigio de distintos grupos sociales en el seno de una comunidad lingüística, es decir, por la modas de los grupos sociales. La norma esta siempre presente, tenemos que contar con ella nos guste o no. Hay que saber cuál es la norma válida en una comunidad lingüística, porque resulta importante conocer las distintas posibilidades de empleo de una lengua para poder vivir cómodamente en ella.

 

El autor señala el desinterés que tienen los jóvenes hablantes de todas las lenguas existentes por estos asuntos, y anima a conocer nuestra lengua, no sólo desde el punto gramatical sino como base de la relación con el resto de los hablantes. En el último apartado se centra en la riqueza y en la vitalidad de cada lengua, que parte de las cosas que diferencian unas lenguas de otras, y de su capacidad de creación interna.

 

Como buen escritor plantea una conclusión de todo lo que ha explicado sobre el estándar y la norma: ¿realmente existen dificultades para acercarnos a la norma del español? Los lingüistas y filólogos deben ayudarnos a resolver nuestros problemas y dudas respecto al lenguaje, pero debe salir de nosotros mismos la necesidad de aprender y de resolver, sino hay actitud por parte del hablante su misión no sirve de nada.

 

 

febrero 9, 2009. reseñas de textos. Deja un comentario.

Reseña: «Estandar y Norma»

Hablar de forma espontánea y similar a la de toda la comunidad lingüística, no designa una lengua estándar, modelo a seguir. Con esto, Pascual Rodríguez y Prieto de los Mozos, intentan solucionar la concepción que es la concepción del estándar, que el resto de los hablantes intentamos seguir. Así la lengua es el instrumento de resolución de tareas para la correcta habla del lenguaje en relación al contexto cultural e histórico.

 

Así la lengua se caracteriza por no ser uniforme y estar rodeada de otras lenguas; otros factores que la condicionan son el igualitarismo de los grupos sociales, que hacen que la lengua tenga diferentes registros  según las tonalidades, las cuales están condicionadas siempre por nuestras propias ideas y pensamientos. Con esto, surge la variación de las ideas de forma que complementa a la propia lengua principal.

 

Así una lengua estándar es aquella que se impone en un país dado frente a otras variedades; sin embargo, no está del todo definida dado que, como todo, está influida por un prestigio, una tradición histórica. Debido a esto, para poder crear una variedad estándar, hay que tener buenos lingüistas que justifiquen  el diferente uso de  la lengua. Remarcan la existencia de la competencia lingüística dada la variedad entre varias personas, un modo correcto para nombrar las cosas (prestigioso, fino, etc.), para poder comunicar algo. A modo de ayuda, la sociolingüística, esta en estrecha valoración social, y depende de los lingüistas que justifican estas actuaciones (Actualmente con gran desinterés).

Otra característica, es que no es ni común ni particular, y depende en gran medida del grado de estandarización de la comunidad lingüística. Si se trata de un sector donde tienen una alta formación y conocimiento, decimos que es una pequeña parte de la sociedad de la comunidad lingüística y con carácter conservador, mientras que los que están fuera de ese nivel lingüístico (la gran mayoría que están próximos a dicho nivel) defenderán un habla más pobre y menos formalizado.

 

 Para crear un estándar, se siguen varios pasos; primero hay que seleccionar las variedades desde las que partimos, en la que condicionan nociones históricas, geográficas (estas se usan cuando se refieren a un único tipo de actuaciones) y  a su vez constituyen las variedades modélicas o de referencia. La variedad de referencia se rige por el principio de inercia, o lo que es lo mismo buscar un nombre al problema (que no le da solución). Hay que destacar la denominada inercia nominalista, que deriva en problemas como la originalidad (atribución de un significado totalmente distinto al de el resto de países) o el casticismo (intento de ajustar una palabra extranjera a nuestra propia lengua).  Hay otra concepción de la lengua estándar,  que parte de la idea errónea de que la lengua es el vehículo para nuestra sociabilización e integración social, destacando los conceptos de langue o parole.  

 

Para solucionar cualquier confusión, la Sociolingüística remarca que hay importantes diferencias cuantitativas y cualitativas que afectan a todos los niveles lingüísticos. Esto se produce de forma que la variedad de referencia es la apropiada para las interacciones formales, diferenciando como he mencionado anteriormente entre aquellos que están en el nivel estándar y los que no; Cooper afirma que la planificación lingüística favorece a la dignidad, autoestima e integración social del individuo, lo que muestra la falta de nitidez en la lengua estándar.

 

Respecto a la norma, hay que remarcar que la estructura normativa orienta las decisiones tomadas respecto a la lengua. Pascual Rodríguez y Prieto de los Mozos establecen como modelo estándar al castellano de Salamanca, frente a todo aquello que no llegue al modelo. Sin embargo, el nivel del castellano no es relativo a los dictados de la lógica sino a las modas o tendencias que existen, así como la creación de dicho estándar de la lengua no se funda con razones de prestigio, científicos, sino a la tendencia que ese momento. 

 Por todo esto, el primer paso es reconocer la realidad y no diferenciar entre muy estandarizado o poco, dado que hay que conocer primero lo que sucede en la realidad y porque una lengua es como es.

 Blanca García Chías. Grupo 41

Así mismo, la norma en cierto modo nos orienta a hacer o no hacer algo, para una buena comunicación entre toda la comunidad lingüísticas, y sobre todo para nuestra mayor necesidad, sobrevivir. Con ello, remarcan el desprecio dado el lenguaje según la clase social. Sin embargo, hablar según la lengua estándar depende de una minoría.  De esta forma, los cambios en el lenguaje suponen pequeños pasos para la evolución de la propia lengua siempre dependiendo y condicionada por razones históricas, políticas, etc. 

febrero 9, 2009. reseñas de textos. Deja un comentario.

Poeta y poetisa

Desde que hace algunas semanas algún Dios marino me concedió el prodigioso don del habla, me estoy aficionando bastante a la poesía. Ayer, sin ir mas lejos, descubrí algunos poemas de Gloria Fuertes, que por cierto se refirió con frencuencia en sus poemas al colectivo animal. Pero, como suele ocurrirme, mi infatigable sed de conocimiento me llevó por otros vericuetos muy distintos. Buceando por la red (mis aguas preferidas) una duda asaltó mi exoesqueleto de repente ¿cómo se llama a la mujer que realiza el oficio de escribir poesía, «poeta» o «poetisa»?. Gloria Fuertes prefería ser llamada poeta, sin embargo, otras literatas como Ana Rossetti, defendían la terminación específica femenina. Bien, este humilde crustáceo se dispone a disipar algunas dudas al respecto.

Según el DRAE, poeta es la persona que compone obras poéticas y está dotada de las facultades necesarias para componerlas. Esta acepción incluye, por lo tanto, tanto al sexo masculino como al femenino (nombre común en cuanto al género). Pero existe otro término disponible, el de poetisa, «Mujer que compone obras poéticas y está dotada de las facultades necesarias para componerlas.» Este último procede del latín «poetissa», por lo que no pertenece a esa amplia categoría de vocablos con morfema de sexo femenino que han proliferado en los últimos tiempos, debido a la incorporación de la mujer a la esfera pública (jueza, presidenta, alcaldesa...)

En la lengua castellana, la primera documentación  para poetisa se registra en 1508 en el Corpus Diacrónico del Español (CORDE) para referirse a poetisas griegas Safo y Herina inconete: acceso 8-2-09]. Pero, aun cuando cinco siglos de historia avalan su vigencia, esta terminación no ha estado exenta de cierta polémica, y actualmente muchas mujeres-poetas rechazan ser denominadas así.  Y es que, como ha ocurrido con frecuencia con los nombres de profesión femeninos, poetisa históricamente ha poseído connotaciones negativas. El término se utilizaba para expresar cursilería y afección, y se refería de esta manera a aquellas mujeres que componían mala poesía. Clarín llego a decir que «La poetisa fea, cuando no llega a poeta, no suele ser más que una fea que se hace el amor en verso a sí misma». Gloria Fuertes expresaba sin tapujos su rechazo a dicha fórmula «Hago versos señores, hago versos, / pero no me gusta que me llamen poetisa». [Rinconete: acceso 9-1-09].

José Martínez de Sousa, en su diccionario de dudas, se refiere al tema así:

No se entiende por qué esta forma [poetisa] es rechazada precisamente por las mujeres que escriben poesía, algunas de las cuales tienden a decir de sí que son poetas. El peligro que se corre con estas decisiones es que dentro de un tiempo a alguien se le ocurra convertir poeta masculino en *poeto… Ya se ha dado con una pareja como modista/modisto.[el cajetín de la Lengua: [acceso 9-1-09].

Actualmente, ambas denominaciones son correctas, y la elección de una u otra se somete únicamente a criterios personales. Aun así, es curioso cómo las propias mujeres optan en muchas ocasiones por las fórmulas masculinas para referirse a su trabajos. Esto es, medico en lugar de médica, ingeniero en lugar de ingeniera o arquitecto en lugar de arquitecta. Se me ocurre que esta no es una elección inocente, sino impregnada de trasfondos sociales importantes. Temo que muchas mujeres rechazan el morfema de género por carecer éste del prestigio social o respetabilidad del que gozan sus equivalentes masculinos.

febrero 9, 2009. curiosidades del lenguaje, temario. Deja un comentario.

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