Neologismos semánticos: la metáfora

La lengua se encuentra en constante evolución, ya que los hablantes necesitan buscar palabras para referirse a nuevas realidades. Surgen así mecanismos de creación de vocablos, que pueden ser morfológicos, semánticos o léxicos.

La metáfora pertenece a la categoría de los denominados neologismos semánticos. En este caso, no se crean nuevas palabras sino nuevos significados al sustituir una realidad por otra.
A menudo, equivocados, tendemos a concebir la metáfora como propiedad exclusiva de los poetas. Esta creencia no es nada acertada, ya que nuestro habla cotidiano está cuajado de metáforas, pero la mayoría se encuentran tan arraigadas que no llegamos a tomar consciencia de ellas.
Muchos han sido los literatos y estudiosos que han hablado de la importancia de la metáfora. Lorca señalaba que el pueblo se alimenta de metáforas o de imágenes. Por su parte, los lingüistas George Lakoff y Mark Johnson plantean las metáforas como un elemento que nos brinda  ayuda para entender y conocer mejor el mundo que nos rodea. Para ellos, el ser humano precisa de la metáfora para abarcar con el lenguaje la realidad en la que estamos inmersos. (anuestromodo: acceso 16 de marzo)

Por la categoría gramatical, la metáforas pueden ser:
nominales: cañon (foco de luz usado en las artes escénicas), ladrillo (cosa pesada o aburrida) estrella (persona famosa y reconocida).
adjetivales: ciudad dormitorio, persona cerril, disco pirata, buque fantasma
verbales: Bordar un personaje, aguar la fiesta, matar el rato, perderse por algo.

Por su fuente de inspiración, podemos distinguir las siguientes:
Metáforas antropomórficas: Se relacionan objetos con partes del cuerpo: boca de metro, ojo de buey, pie de foto, dientes de ajo,

Metáforas de animales: Denominan tanto objetos y realidades cotidianas (Cuello de cisne, lengua de gato, paso de cebra, piel de gallina, sentir un hormigueo) y atribuyen cualidades al ser humano (ser un lince, ponerse hehco un basilisco, ser una rata de biblioteca, ser un bestia, hacer el ganso, ser un pulpo…

Metáforas sinestésicas: Una sensación asociada a uno de los cinco sentidos se atribuye a otra diferente. Mirada fría (vista al tacto) sonrisa dulce (vista al gusto), amarillo chillón (vista al oído).

Existen otras muchas fuentes de inspiración para la creación de metáforas. Todas ellas estan estréchamente emparentadas con las circunstancias culturales e históricas de la comunidad en las que nacen. En España existen numerosas metáforas asociadas al mundo del toreo (cambiar de tercio, ponerse el mundo por montera, torear a alguien) y con la religión (qué cruz, esto es un infierno). También encontramos muchas metáforas asociadas con fenómenos meteorológicos. (Ser un terremoto, torrente de emociones, el ocaso de su éxito)

El crepúsculo de los dioses, de Billy Wilder

El crepúsculo de los dioses, de Billy Wilder

En los medios de comunicación es usual encontrar metáforas.

«Freddie Mercury el «dios del rock» (publimetro :último acceso 16-3-09)

«El senado de EE UU da luz verde a los presupuestos de Obama» (El país: acceso 16-3-09)

«Don Carlos», levantando ampollas» ( El periódico: acceso 16-03-09)

«Telefónica consigue capear el temporal» (El país: acceso 16-03-09)

Las metáforas que hemos estudiado se encuentran lexicalizadas, esto es, debido a su extraordinaria difusión han perdido fuerza expresiva. Los literatos, siempre en busca de nuevos caminos estéticos, exprimen al máximo el potencial de las palabras a través de metáforas que sorprendan al lector.
«Ni un pájaro queda / en la jaula vacía de sus costillas…” (Enrique Molina)

Los compositores también juegan con el poder expresivo de la metáfora. El título de esta cancion de Ismael Serrano «Pájaros en la cabeza» es una metáfora que, seguro, todos hemos escuchado alguna vez (sobre todo de nuestros padres)

Bibliografía
Introducción a la lengua española
Msn Encarta

marzo 17, 2009. curiosidades del lenguaje, Uncategorized. Deja un comentario.

» y Griega e I latina»

Buceando, me ha surgido una curiosidad: porqué diferenciamos entre «y griega» e «i latina».

 

Pues bien, indagando en las profundidades, he realizado una búsqueda para poder comprender este fenómeno, y he aquí el resultado:

 

        Casi todas las naciones usaron la “i latina” de dos maneras diferentes, una como vocal (el uso de hoy en día) y otra como consonante (la j de nuestro alfabeto). Pero ha habido un uso mas, como otra consonante, que correspondería a la Y.

 

Como eran todas de pronunciación distinta, y en el castellano se diferenciaba por la figura, se dividió entre la i como vocal, y la j como consonante. Debido a esto,  la j sigue a la i en el alfabeto, ya que en un principio fueron la misma letra.

El puntito de la i se le pone en el alfabeto latino, imitando al hebreo que se lo pone en la parte inferior. En un principio fue para diferenciar la i como vocal (con punto) y la i como consonante (sin punto), pero como hemos dicho esto cambiaria.

 

Se puede observar en los siguientes ejemplos:

 

Como Jota:

  Ese paraíso queda muy bien reflejado en Australia, la película protagonizada por Nicole Kidman y Hugh Jackman [El pais: acceso el 16-02- 09].

 

Como I vocal:

  La película protagonizada por Colin Farrell opta al Oscar al mejor guión original y es prácticamente un homenaje a la ciudad flamenca de Brujas [El país: acceso el 16-09-09]

 

Respecto a la “y griega”  se pronuncia como la i por eso permanece con ese nombre, se diferencia en que esta es griega y la otra latina. Su figura fue dada por los romanos al trasladarla del griego: formada por la v + la i, por eso se sitúa entre las vocales dobladas x y z al final del alfabeto.

 Con esto termino, vuelvo la semana que viene, y  tratare de analizar y explicaros otra curiosidad de la lengua española.

 

Bibliografía:

 Rosal, Francisco del. Diccionario etimológico: alfabeto primero de origen y etimología de todos los vocablos originales de la lengua castellana. ISBN: 840007274X. Madrid (1992)

febrero 22, 2009. curiosidades del lenguaje. Deja un comentario.

Plurales irregulares

En muchas ocasiones, mis marinos lectores, la formación del plural en un sustantivo o en un adjetivo es de lo más particular y dudosa. Yo mismo, por muy parlate que sea, no estoy ni mucho menos exento de estas vacilaciones, sobre todo cuando la palabra en cuestión es rebuscada y pocas veces oida.

Ayer, en mi matutino paseo por las profundidades marinas, una duda gramatical más me asaltó. Mientras observaba a mis vecinos en el oceánico panorama, me percaté de que las especies abundaban y de que había más de un espécimen de cada raza. Espécimen… curiosa palabra cuyo plural no podía estar seguro.

Yo, que soy tan hablador, no pude aguantar la duda e investigué sobre el tema. Resulta que “espécimen” es uno de los muchos ejemplos de palabras con plurales irregulares. La mayoría de los nombres y adjetivos forman su plural añadiendo una /s/ en el caso de que la palabra acabe en vocal no acentuada (por ejemplo: cangrejo-s) o en –es si la palabra termina en consonante o vocal acentuada (por ejemplo: tiburón-es). No obstante, no todas las palabras responden a esta regla, mi querido vocabulario no es tan sencillo, y tiene unos seis grupos de vocablos que pueden suscitar titubeos en cuanto al número.

  1. Existen palabras que mantienen la misma forma para plural que para singular. Buenos ejemplos de ello son los días de la semana (el/los martes), la/las caries, el/los virus… etc.
  2. Por otra parte, las palabras terminadas en /ú/ o /í/ tónicas tienen dos plurales distintos: vulgarmente, los hablantes se limitan a añadirle una /s/, mientras que la manera más culta añade –es al final de la palabra. Así, encontramos los tabúes o los maniquíes. Dentro de esta excepción se encuentran a su vez otras excepciones como los menús, los pirulís o los champús.
  3. El tercer caso se encuentra en los apellidos. Al querer referirnos a una familia en concreto, en épocas pasadas se solía añadir la terminación del plural en el propio apellido (los Mendozas), mientras que más actualmente, el plural se limita al artículo que lo antecede (los Marisquirena).
  4. En los nombres compuestos, la terminación del plural se incorpora en el segundo componente. Así, la forma del primer componente es fija y la segunda es la alterada: padrenuestros, sobresaltos… Salvo en el caso de que el último componente sea un verbo, como es el caso de hazmerreír.
  5. Los cambios de acentuación también suscitan dudas como la que me asaltó a mí ayer. Y he aquí la solución a mi problema, acuáticos amigos: algunos nombres trasladan de sílaba el acento al pasar a plural; así pues, el plural de espécimen sería especímenes.
  6. Por último, los más difíciles de clasificar son los plurales especiales. Estos plurales se apartan de las reglas estudiadas hasta ahora y se podría decir que cada caso es especial. El plural de hipérbaton, sin ir más lejos, sería hiperbatos, y el de lord, lores.

Esta mariscada de información me sirvió en especial para comprender que la lengua española no es tan sencilla en muchas ocasiones; si bien estos problemas de formación del plural son con frecuencia causados por palabras adoptadas y adaptadas desde otros idiomas.

febrero 16, 2009. curiosidades del lenguaje. Deja un comentario.

Poeta y poetisa

Desde que hace algunas semanas algún Dios marino me concedió el prodigioso don del habla, me estoy aficionando bastante a la poesía. Ayer, sin ir mas lejos, descubrí algunos poemas de Gloria Fuertes, que por cierto se refirió con frencuencia en sus poemas al colectivo animal. Pero, como suele ocurrirme, mi infatigable sed de conocimiento me llevó por otros vericuetos muy distintos. Buceando por la red (mis aguas preferidas) una duda asaltó mi exoesqueleto de repente ¿cómo se llama a la mujer que realiza el oficio de escribir poesía, «poeta» o «poetisa»?. Gloria Fuertes prefería ser llamada poeta, sin embargo, otras literatas como Ana Rossetti, defendían la terminación específica femenina. Bien, este humilde crustáceo se dispone a disipar algunas dudas al respecto.

Según el DRAE, poeta es la persona que compone obras poéticas y está dotada de las facultades necesarias para componerlas. Esta acepción incluye, por lo tanto, tanto al sexo masculino como al femenino (nombre común en cuanto al género). Pero existe otro término disponible, el de poetisa, «Mujer que compone obras poéticas y está dotada de las facultades necesarias para componerlas.» Este último procede del latín «poetissa», por lo que no pertenece a esa amplia categoría de vocablos con morfema de sexo femenino que han proliferado en los últimos tiempos, debido a la incorporación de la mujer a la esfera pública (jueza, presidenta, alcaldesa...)

En la lengua castellana, la primera documentación  para poetisa se registra en 1508 en el Corpus Diacrónico del Español (CORDE) para referirse a poetisas griegas Safo y Herina inconete: acceso 8-2-09]. Pero, aun cuando cinco siglos de historia avalan su vigencia, esta terminación no ha estado exenta de cierta polémica, y actualmente muchas mujeres-poetas rechazan ser denominadas así.  Y es que, como ha ocurrido con frecuencia con los nombres de profesión femeninos, poetisa históricamente ha poseído connotaciones negativas. El término se utilizaba para expresar cursilería y afección, y se refería de esta manera a aquellas mujeres que componían mala poesía. Clarín llego a decir que «La poetisa fea, cuando no llega a poeta, no suele ser más que una fea que se hace el amor en verso a sí misma». Gloria Fuertes expresaba sin tapujos su rechazo a dicha fórmula «Hago versos señores, hago versos, / pero no me gusta que me llamen poetisa». [Rinconete: acceso 9-1-09].

José Martínez de Sousa, en su diccionario de dudas, se refiere al tema así:

No se entiende por qué esta forma [poetisa] es rechazada precisamente por las mujeres que escriben poesía, algunas de las cuales tienden a decir de sí que son poetas. El peligro que se corre con estas decisiones es que dentro de un tiempo a alguien se le ocurra convertir poeta masculino en *poeto… Ya se ha dado con una pareja como modista/modisto.[el cajetín de la Lengua: [acceso 9-1-09].

Actualmente, ambas denominaciones son correctas, y la elección de una u otra se somete únicamente a criterios personales. Aun así, es curioso cómo las propias mujeres optan en muchas ocasiones por las fórmulas masculinas para referirse a su trabajos. Esto es, medico en lugar de médica, ingeniero en lugar de ingeniera o arquitecto en lugar de arquitecta. Se me ocurre que esta no es una elección inocente, sino impregnada de trasfondos sociales importantes. Temo que muchas mujeres rechazan el morfema de género por carecer éste del prestigio social o respetabilidad del que gozan sus equivalentes masculinos.

febrero 9, 2009. curiosidades del lenguaje, temario. Deja un comentario.